jueves, 7 de noviembre de 2013

La Guerra Fría



   Esto de la Guerra Fría y los mantos de tristeza. La piedad para los ilusos, el fogoneo de las masas. Hacer de todo un ismo y gritarlo a los cuatro vientos. Volver, ver, encontrar, encontrarnos. Esconder un poco y que sea obvio. Decir y que te digan, creer o no creer, reventar. Ponerse el overol y agarrar la pala. Descolgar la correa, ponérsela al cuello a un par de datos y sacarlos a pasear como si fueran cuerdas que vengan a mover tal o cual voluntad atada a algún extremo. Fragilidad de facilidades, castillos de naipes.
   Realidades a mano que no son lo que eran, libre albedrío a oposición de chatos destinos. Ofrecer el bacanal, aceptar, regodearse en la propia suerte. Gustar del dulce y encarar la lata, echar mano al veneno, darse un atracón. Masticar con la boca abierta y, cuando todos se dan cuenta, apurar una pirueta en el afán por disimular que termina con la bandeja en el piso (a la vista de todos), tan bien que estaba escondida en el rincón. Seguir pavoneando así a ultranza, pasados todos los veredictos, haciendo oídos sordos a todo dictamen. No acatar implícitos, renegar de explícitos. Vomitar todo el ruido y que sea pato o gallareta, pero siempre con el mejor de los cálculos. Ahora sí, pues, medir la acrobacia y saltar (la suerte del principiante no puede fallar).
   Alguna vez se dijo, alguna vez lo escuchamos. Alguna vez se dijo y creímos lo que quisimos porque era necesario, porque nos era necesario. Que sea todo un juego y, así, todo una apuesta. Que sea una realidad tangible y todo una inversión. El futuro llegó hace rato, pero el pasado no se da en retirada. Salir a pelear, encontrar las cosas divinas, defender el lugar. Ser o no ser, cambiar el juego, mutar. Tirar un Rey, levantar un cuatro, mirar para otro lado sin perder pisada. Poner los ojos en el mazo, estirar la mano, levantar un comodín. Esperar una vuelta más, poner cara de poker esperando un mejor horizonte.
   Y mientras tanto la vanidad por pecado, decadencia de las almas alimento de Luzbel. Las cuentas a entretener, las deudas, la paz. Las diabluras, los monaguillos, y los tridentes. La carne muerta y lo angosto de la calle.

jueves, 17 de octubre de 2013

Y quizá no se pueda explicar...

   
    Y quizá no se pueda explicar, pero hay a quienes le sale muy bien. Fuiste a buscar por los palos y no hubo fija. Las revistas decían, pero hay quienes no las leen. Subiste la torre de Babilonia, pero la ciudad ya había caído, y  no encontraste por dónde entrar. Te pusieron línea de tres, pero aunque te dejaban llegar no pudiste definir. Entonces la desazón creció. Empezaste a tomar la cerveza caliente, los mates fríos, caminaste con los tamangos rotos, manejaste sin que te dijeran a dónde. Te habías enganchado de un cable que te habrían de cortar. Te dieron una mano, te dieron de comer, y cuando la quisiste morder el roto de su ombligo te dio la espalda. Ahí te quisiste colgar y la cuerda fue una bala. El ejercicio del amor hace bien, pero vos no te sabés medir y terminaste por esguinzarte el cuore, que es siempre lo más caro.
    Aún así seguiste. Te quisiste surtir por donde siempre, pero se paró en el medio; todos se paran en el medio. Medio así y medio asá, y, así y todo, no te dio nada. Y el árbol siguió ahí y el bosque no se movía. Volviste a ser el Mago pero te faltaba el Hada, y no te quedó camino de migas de pan por seguir. Fantasmas que vuelan, siempre bailes que se bailan, pero las Famas no dan tregua, y no hay más que bailar Catala. No hubo con qué darle y seguiste siendo ese Cronopio, siempre pintando golondrinas en caparazones de tortugas rengas que se escapan.
    Hombre Sensible, fuiste estatua de mármol. El misterio ya no era y el cuento que  vos contás no tiene sentido al final de cuentas. Esto es así o no lo es para nada, y eso que te dice no tiene arreglo. Gracias por todo y te espero en la lechería. Si esos sentimientos se viven así te sale bastante bien, de algún lado lo debés haber sacado, no lo sabés. Tampoco te importa, es casi lo único que sabés hacer además de caminar y respirar pa’ no caer redondo. Seguirás intentando. Y que no te pongas a gritar, no sea cosa que haya una carta, no sea cosa que ésto salpique y termine por mancharle los vestidos. Un sentimiento es siempre otra cosa, nosotros lo sabemos. Es una mierda, es la mejor mierda, pero todavía es nuestra.