Esto
de la Guerra Fría y los mantos de tristeza. La piedad para los ilusos, el
fogoneo de las masas. Hacer de todo un ismo y gritarlo a los cuatro vientos.
Volver, ver, encontrar, encontrarnos. Esconder un poco y que sea obvio. Decir y
que te digan, creer o no creer, reventar. Ponerse el overol y agarrar la pala.
Descolgar la correa, ponérsela al cuello a un par de datos y sacarlos a pasear
como si fueran cuerdas que vengan a mover tal o cual voluntad atada a algún
extremo. Fragilidad de facilidades, castillos de naipes.
Realidades
a mano que no son lo que eran, libre albedrío a oposición de chatos destinos. Ofrecer
el bacanal, aceptar, regodearse en la propia suerte. Gustar del dulce y encarar
la lata, echar mano al veneno, darse un atracón. Masticar con la boca abierta y,
cuando todos se dan cuenta, apurar una pirueta en el afán por disimular que termina
con la bandeja en el piso (a la vista de todos), tan bien que estaba escondida
en el rincón. Seguir pavoneando así a ultranza, pasados todos los veredictos,
haciendo oídos sordos a todo dictamen. No acatar implícitos, renegar de
explícitos. Vomitar todo el ruido y que sea pato o gallareta, pero siempre con
el mejor de los cálculos. Ahora sí, pues, medir la acrobacia y saltar (la
suerte del principiante no puede fallar).
Alguna
vez se dijo, alguna vez lo escuchamos. Alguna vez se dijo y creímos lo que
quisimos porque era necesario, porque nos era necesario. Que sea todo un juego
y, así, todo una apuesta. Que sea una realidad tangible y todo una inversión.
El futuro llegó hace rato, pero el pasado no se da en retirada. Salir a pelear,
encontrar las cosas divinas, defender el lugar. Ser o no ser, cambiar el juego,
mutar. Tirar un Rey, levantar un cuatro, mirar para otro lado sin perder
pisada. Poner los ojos en el mazo, estirar la mano, levantar un comodín. Esperar
una vuelta más, poner cara de poker esperando un mejor horizonte.
Y
mientras tanto la vanidad por pecado, decadencia de las almas alimento de
Luzbel. Las cuentas a entretener, las deudas, la paz. Las diabluras, los
monaguillos, y los tridentes. La carne muerta y lo angosto de la calle.